Cuesta tanto para ahorrar nuestros recursos financieros, y un segundo para gastar lo que ahorramos, y aún más. Cuesta tanto ciertos sacrificios que hacemos, muchas veces durante toda una vida, y un segundo para deshacerlos, desconstruyéndolos. Los imperios personales y emocionales desmoronando en cuestión de instantes.
Cuesta tanto estructurarnos, apoyarnos en ciertos patrones, mantenernos en pie, y sólo un día para desestabilizarnos y caer. Cuesta tanto colocar ladrillo por ladrillo, piedra por piedra, hasta la construcción final, y basta una sola tormenta para dañar nuestras estructuras.
Cuesta tanto encontrar a los amigos-hermanos, los amores verdaderos, la posición profesional satisfactoria y deseada, y tantas otras cosas que nos son caras. Son años de vueltas y más vueltas, hasta completar el trayecto que nos completa y donde montamos morada. Donde tranquilizamos el espíritu.
Cuesta tanto para desprendernos de lo que no es bueno, elevado o querido por nosotros, y una única actitud, acontecimiento o influencia nociva, puede hacernos retroceder casi el camino todo que nos llevó adelante.
Cuesta una vida para hacernos fuertes, y un golpe para derribar al suelo.
Nuestras conquistas cuestan, día tras día, empeño, perseverancia, paciencia.
Una vida entera de luchas y victorias, llevada a una caída estruendosa, que se presenta en acontecimientos ajenos a nuestra voluntad (o no).
El precio que pagamos para términos y ser lo que somos suele ser alto - para permanecer en cierto nivel financiero, personal, profesional. Todo nos cuesta esfuerzos interminables, requiere buen sentido y sabiduría. Y puede caer en un momento. Comienza con un pensamiento, actitud o gesto. Interior o exterior. La fragilidad existe, aunque no la veamos a ojos desnudos.
La impermanencia de las cosas, la inestabilidad, la facilidad para la caída o para una postura arriesgada. El camino, hasta aquí, no fue fácil. El patrimonio conquistado es valioso. Andar en la cuerda floja es para los artistas circenses; para nosotros, que no somos expertos en eso - meros mortales - lo mejor, incluso, es pisotear en terreno firme, confiable ... Disfrutar de los beneficios y ventajas con los que hemos sido regalados (por mérito), en medio de las tempestades, golpes duros y lobos malvados que, eventualmente, amenazaron, con sus potentes soplos, derribar nuestras casitas de concreto, construidas arduamente a lo largo de la existencia de cada uno de nosotros.
¿Qué te cuesta tanto?