Las opiniones, nuestros juicios personales de la realidad

¿Cuándo empezamos a formar opiniones y juicios personales? Comenzamos a hacerlo desde pequeños y los construimos con base en nuestro ambiente y en nosotros mismos. Una opinión se define como idea, juicio o concepto que una persona tiene o forma sobre algo o alguien. Las opiniones son respetables y su heterogeneidad representa una incuestionable fuente de riqueza e inspiración para la creatividad.

Escuchando lo que otros piensan y opinan, tenemos la oportunidad de reflexionar sobre otros posibles puntos de vista. ¡Y dijimos reflexionar porque eso no significa que cada opinión sea una verdad! Son simplemente juicios personales, sin garantía de validez, tanto los de los demás como los nuestros. En ese sentido, las opiniones siempre cuentan con un punto de subjetividad.

"La serena razón huye de todo extremismo y desea la prudencia moderada."
-Molière-

Una opinión no es una verdad, tampoco es una noticia o un hecho

Por eso es tan importante diferenciar las opiniones de las afirmaciones basadas en hechos , comprobadas, aquellas verdades que pueden ser constatadas (no argumentadas). Una opinión no es una verdad, no es posible afirmar una opinión. La opinión puede estar más o menos fundamentada, más o menos argumentada. Por otro lado, formar opiniones sobre personas o situaciones levesamente promueve diferentes niveles de injusticia que no tienen una base firme y tampoco tienen un fundamento válido.

Es muy importante saber que nuestra mente trabaja con la información que tiene en cada momento, de manera que las opiniones definidas y lanzadas con poca información no suelen sobrevivir a un debate en el que se usan argumentos de peso. En cualquier caso, no debemos olvidar, a diferencia de lo que todos hemos pensado en algún momento, de que cambiar de opinión cuando hay argumentos sólidos que nos llevan a eso es una actitud inteligente. Otra consecuencia de ver las opiniones como lo que son, un voto de confianza que siempre implica un cierto riesgo, es la prudencia a la hora de emitir su propia opinión.

Las personas que las ven así acostumbran a reunir una buena cantidad de información antes de compartir sus opiniones, así como suelen escuchar con atención los argumentos de los demás. ¿Qué sucede cuando damos nuestra opinión en las conversaciones? Es esencial separar las opiniones de las afirmaciones. Si no lo hacemos, las consecuencias no serán agradables y en muchas situaciones estas opiniones o la manera de expresarlas como afirmaciones pueden y suelen herir. Por eso la importancia de este concepto: las opiniones se utilizan con mucha frecuencia como verdades, olvidándose de que se trata de juicios personales.

L. Austin, en "La teoría de los actos de habla", diferencia dos territorios: el territorio de las afirmaciones y el territorio de las declaraciones.

Las opiniones (juicios personales) forman parte del territorio de las declaraciones. Un territorio que está relacionado con la validez y la coherencia, y no con la veracidad. La certeza de poseer la verdad y tener razón en ese territorio es una trampa. Una ilusión o un espejismo, como podríamos ver en un desierto. Además, no suele dejar espacio para otras formas distintas de pensar (modelos mentales) o para desarrollar la apertura de la mente, impidiéndonos ser conscientes de que la experiencia personal es una realidad condicionada. ¿Qué pasa con quién cae en la trampa de los juicios personales?

Las personas asumen que la realidad tiene que ajustarse a lo que perciben, de manera que los demás deberían percibir lo mismo. En todo caso, si no lo hacen, serían distorsiones de la percepción de ellas, nunca de la nuestra. Esas personas se transforman en "sincericidas", dan su opinión sin que la misma sea solicitada, utilizando como excusa la abusada sinceridad que se pone como virtud para cometer "sincericios". ¡Cuántos sincerarios imponiendo su verdad!De esta manera, se quedan atrapados en ese impasse que impide la adopción de otras formas de pensamiento (modelos mentales). Ellas necesitan tener razón para sentirse seguras y protegidas ... ¡Cuánta importancia dan para tener razón! Esta necesidad que a veces se transforma en imperiosa y hace que desentendimientos racionales se transforme en discusiones muy acaloradas y sin sentido.

¿Por qué el acto de cambiar de opinión es tan reprendido?

¿Por qué esta necesidad de reafirmar continuamente en nuestras opiniones? Cuando muchas veces lo único que pasa es que cambiamos de opinión sobre algo o alguien, dando una buena muestra de nuestra flexibilidad y apertura de la mente, y siendo coherentes con la nueva información que recibimos.

En ningún momento un simple cambio de opinión nos hará dejar de ser quienes somos. Por otro lado, es posible compartir opiniones, reflexiones y pensamientos, pero no por eso vamos a tener razón. Sólo compartimos una misma visión sobre algún tema. Puede ser de una forma más o menos coherente, pueden ser opiniones más o menos válidas ... Pero no vamos a caer en la trampa de pensar que cualquier opinión, hipótesis o previsión es más real que otra!

Así, Steve Jobs, en su famoso discurso en la Universidad de Stanford en 2005, dijo:

"No se dejen ser atrapados por el dogma de vivir con los resultados de los pensamientos de las otras personas. No permita que el ruido de las opiniones de los demás abraza su propia voz interior ".-Steve Jobs-