Olive Oatman es conocido como la misteriosa mujer de tatuaje azul en la barbilla.Secuestrada cuando era niño por los indios Yavapai, acogida posteriormente por los indios Mohave y rescatada finalmente por su hermano, dedicó parte de su vida a hablar sobre la supervivencia y la fuerza del ser humano sin percibir el lío que había quedado su mente e incluso, su propia identidad.
Es posible que muchas personas conozcan esta historia.Sin duda el rostro sereno de su protagonista atrae, con su mirada y principalmente su singular tatuaje,donde el étnico, el salvaje, dirían algunos, se integra a duras penas con la imagen occidental que toda buena dama educada y de buena posición solía mostrar a mediados del siglo XIX.
Olive Oatman sufrió dos tragedias que la marcaron por toda una vida: primero la pérdida de su familia biológica por el ataque de los yavapais, y después al ser arrancada de su segunda familia, los mohave.Compartir
Sin embargo, Olive Oatman no era una dama cualquiera de Arizona. Fue una mujer que arrastró varios traumas a lo largo de su vida, alguien que intentó adaptarse y sobrevivir a cada vuelta que el destino le trajese. Y no ha habido ninguna duda, porque su fuerza fue algo admirable, una odisea que se inmortalizó en libros como"Captivity of the Oatman Girls"(1856) o en el"El tatuaje azul: La vida de Olive Oatman" , De Margot Miffin.Sin embargo, hay algo que no se habló en aquellos años.Olive Oatman nunca se sintió tan libre como en aquellos días en que convivía con los Mohave.
En realidad, casi 100 años después, su nombre fue colocado en una pequeña ciudad, un rincón donde vivió aquella joven en compañía de los nativos y donde curiosamente fue más feliz que nunca.Olive Oatman, años de cautiverio, años de libertadEstamos en 1850 y en las tierras áridas, pero siempre majestuosas, de Colorado, en los Estados Unidos. A lo largo de un camino solitario y pedregoso podemos ver una caravana de colonos abriendo paso con sus animales, sus carros y sus infinitas esperanzas por fijarse en lo que se conocía hasta entonces como el "nuevo mundo". Sin embargo, el nuevo mundo ya estaba habitado, tenía propietarios legítimos que no iban a ceder ante el deseo de conquista de un grupo de extranjeros con aires de grandeza.
Entre esos colonos estaba la familia Oatman, mormones que avanzaban de forma descuidada, llevados por el fanatismo de un líder espiritual, el pastor James C. Brewster. Fue aquel personaje que los llevó inevitablemente a un desastre. Nada sabían de aquellas tierras, tampoco quisieron oír las advertencias. Eran tan firmes en su propósito y tan ciegos en su fe que no percibieron que aquella tierra ya tenía propietarios, una etnia salvaje y bastante violenta: los yavapai.
Los indios acabaron con prácticamente todo el grupo de pioneros que encabezaban aquella expedición. Después de la matanza, decidieron llevar a dos niñas blancas como esclavas: Olive Oatman, de 14 años, y su hermana Mary Ann, de 8.Después del drama sufrido, algo no mucho mejor aguardaba a las dos pequeñas: tuvieron que resistir a casi uno año de maltrato, de carencia y de humillación continua por parte de aquellos nativos que tanto despreciaban al hombre blanco. Sin embargo, su suerte cambió cuando una tribu vecina se enteró de la historia de las niñas.
Esa tribu eran los Mohave. Fueron ellos quienes decidieron rescatarlas haciendo un intercambio: entregaron varios caballos y mantas a cambio de las niñas blancas. El trató quedó sellado, y Olive y su hermana menor iniciaron una vida nueva, una vida que hizo un giro de 180º con relación a la indigencia a que estaban sometidas.Fueron adoptadas por la familia Espana y Aespaneo, acogidas por una tierra llena de bellezas,con campos de trigo y bosques de álamo donde dormían en compañía de un pueblo amable.
Así, y para demostrar su unión con la comunidad, se hizo el tatuaje tradicional de su pueblo; tal tatuaje garantiza su unión con los suyos más allá de la vida, un símbolo religioso y de comunión con los mohave. Los años tranquilos, donde Olive tuvo la oportunidad de asumir el luto por la pérdida de sus padres y estrechar lazos con aquella nueva familia.CompartirSin embargo, también hubo tiempos de dificultades, años de sequía en que el pueblo pasó hambre y murieron muchos niños, entre ellos Mary Ann, la hermana de Olive. A ella se le permitió el entierro de acuerdo con su propia religión, regalándola incluso con un pedazo de tierra donde Olive plantó un jardín de flores silvestres.
El tatuaje invisible de Olive Oatman
Olive Oatman tenía casi 20 años cuando llegó al pueblo Mohave un mensajero de Fort Yuma.Habrían sabido de la presencia de una mujer blanca y exigían su devolución. Cabe decir que esta tribu jamás mantuvo a la joven cautiva, siempre le dijeron que era libre para ir cuando así lo deseaba, sin embargo Olive nunca tuvo especial interés para volver a lo que el hombre blanco llamaba civilización. Estaba bien. Se sentía bien. Sin embargo,todo cambió cuando se enteró que quien le pedía su vuelta era Laurence, su hermano menor, que ella creía estar muerto, por el brutal ataque de los Yavapai que diezmó a su familia.
Decidió ir, decidió volver con su familia y los mohave aceptaron a duras penas. Sin embargo, esa fue una decisión de la cual Olive se arrepentiría años después.
La mujer del tatuaje azulAsí la llamaron, la "mujer del tatuaje azul". Porque los trajes victorianos con los que la vistieron inmediatamente para apagar su pasado con los indios no podían cubrir el tatuaje que adornaba su barbilla. Sin embargo, lo que no todo el mundo sabía es que sus brazos y piernas también tenían llamativos tatuajes que nunca más volvieron a ver la luz del sol y el viento de Colorado.Después de su vuelta a la civilización, todo fue muy rápido para Olive Oatman.
Se ha escrito un libro sobre su historia, y parte de las ganancias obtenidas fueron ofrecidas para su uso personal.
Ella hizo una graduación en la universidad y pagó también la formación de su hermano Laurence. Más tarde, comenzó a dar conferencias por los Estados Unidos para hablar de su experiencia, de los Yavapai y de los Mohave. Sin embargo, lo que el libro escrito contaba sobre su historia y lo que la gente esperaba oír en sus conferencias eran anécdotas sobre el salvajismo de los indios, sobre su ignorancia e inhumanidad.Olive, presionada, tuvo que mentir para sobrevivir en ese pueblo que ahora la había acogido en una nueva etapa de la vida. En 1865 se casó con un rico granjero. Un hombre que le pidió una cosa: que olvidara su pasado, que dejara las conferencias y que, para salir, usara un velo para cubrir el tatuaje. Así lo hizo, dejando pasar el tiempo de esta manera, gota a gota.
Año tras año y sometida a lo que fue tal vez el peor cautiverio de su vida,fue formada en ella un nuevo tatuaje: el dolor y el recuerdo de aquellos años con los Mohave, en los cuales su existencia era satisfactoria, libre y feliz ... Olive Oatman pasó gran parte de su vida con intensos dolores de cabeza, con depresión y con estancias en clínicas en Canadá, donde intentaba curar la nostalgia de su familia, los Mohave.Falleció a los 65 años.